martes, 5 de febrero de 2008

ENTIERRO DE LA SARDINA Y QUEMAS EN LOS CARNAVALES CANARIOS

EUGENIO EGEA MOLINA

ENTIERRO DE LA SARDINA EN CANARIAS
El entierro de la sardina es el acto multitudinario con el que la mayoría de las localidades canarias culminan apoteósicamente su carnaval. Generalmente, se realizaba el miércoles de ceniza, para adentrarse en la prohibitiva y austera Cuaresma: como hemos apuntado, en Canarias se traspasan estas fechas y se alargan pasando de una localidad a otra -cada sitio tiene su propia programación de actos carnavaleros- casi hasta acercarse la propia Semana Santa.
Como su propio nombre nos indica se trata de la representación de un entierro, en este caso el finado es una sardina. Un gran recorrido realiza esta sardina, acompañada de un multitudinario cortejo de flamantes y desconsoladas viudas enlutadas rigurosamente, se expresan con esperpénticos “esperríos” plañideros y ataques histéricos con caídas al suelo e irreverentes convulsiones; así como de clérigos desvergonzados amantes de las buena vida y en compañía de símbolos sexuales, prodigan sus bendiciones. Amén de todo tipo de autoridades, mascaritas y disfrazados varios que con solemnidad y algarabía acompañan al muerto en su último trayecto.
El dolor por el fin del carnaval se entremezcla con la total transgresión, mostrada en un espectáculo cómico que parodia el acompañamiento al difunto. En estas representaciones cargadas de crítica y humor, se ridiculiza todo lo que está instituido.
De esta forma, con lloros y manifestaciones de dolor exacerbados, se lleva a la sardina hacía su destino final: la incineración de su cadáver. El fuego es el encargado de purificar lo que no gusta y hacer renacer los deseos.
OTROS TIEMPOS Y OTRAS REPRESENTACIONES TRADICIONALESAunque el entierro y quema de la sardina es lo que predomina en la actualidad por los distintos rincones isleños, en el pasado la costumbre era la quema de un machango o similar. En este sentido, Domingo J. Navarro en las postrimerías del siglo XIX, narra que con un rolo (tronco de platanera) se atravesaba con dos palos en sus partes baja y superior que servían como asideros; mientras en el centro se le hacía un agujero a modo de corazón colocándosele una vela encendida. En lo alto, lo tocaban con un sombrero para darle forma de figura humana. Acompañándose de un balde con agua y una escoba, se iba rociando todo lo que se encontraba. Después de diferentes ceremonias se le enterraba o riscaba por el barranco. Según Galván Tudela, en Agüimes y Agaete –Gran Canaria- han pervivido muñecos de estas características.
En la isla de Tenerife, varios pueblos y pagos mantienen viva la tradición de entierro/quema de monigotes o muñecos de trapos. En la Orotova tiene lugar la Quema de San Crispín, mientras en su barrio de La Perdoma el “dolor” lo produce el fallecimiento del Tío Pepe. Por su parte, los Realejos celebran el Entierro del Sr. Rascayú que, acompañado de música de fanfarria, acaba en el fuego en una noche de desenfreno. Y en Garachico se quema al Sansusino, monigote con forma humana, parece que su origen es portugués (el susino es un pez procedente de Madeira-Azores “lirio ferro”).
Todas estas expresiones de nuestro acervo cultural mantienen en común la exageración y las expresiones histriónicas de dolor envueltas en un desproporcionado ambiente lúdico-festivo que sirven de colofón a las carnestolendas.
FOTOS:
1. Carroza con la Sardina
2. Cortejo de la Sardina. Canarias7
3. Sansusino. Bienmesabe.org

FUENTES:
- BARRETO VARGAS, C.M. Los Carnavales. Los Símbolos de la Identidad Canaria. Centro de la Cultura Popular Canaria. La Laguna. 1997.
- BIENMESABE. Otros Entierros Tradicionales de nuestro Carnaval

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