domingo, 13 de enero de 2008

APUNTES SOBRE LOS CARNAVALES DE LAS ISLAS CANARIAS

EUGENIO EGEA MOLINA  
Las carnestolendas son una de las celebraciones más populares de Canarias, todas las localidades y rincones de las islas lo celebran.
Estas fiestas tienen un gran arraigo popular y se instauran en el archipiélago desde la época de su conquista en el siglo XV, manteniéndose hasta hoy con las transformaciones y evoluciones temporales.
Tal ha sido su enraizamiento en el pueblo canario que en épocas recientes no han podido suspenderlo ni la Guerra Civil (1936-1939), ni la prohibición que impuso la dictadura
franquista o la jerarquía eclesiástica (1939-1975). Todo por la honda tradición popular, que en el resto del estado español hizo que desapareciera.
Se trata de una celebración eminentemente profana, perdidos sus origenes en el tiempo, y del que participaron pueblos como los celtas y los romanos. A partir de la Edad Media, en el mundo cristiano, transforma su sentido, convirtiéndose en transición a la Cuaresma y la Semana Santa. Por este motivo su celebración tiene fechas variables entre enero y febrero, teniendo lugar en invierno.
Su significado está en la ruptura lúdica con la normativa y su transgresión, una licencia para desquitarse de la represión y abolir la jerarquía social. Es una época de satisfacción de los deseos y de regeneración de la vida, donde la ambigüedad y la pluralidad se convierten en normalidad.
Los disfraces y las máscaras son los protagonistas. Se baila y se canta: se exalta la vida. La alegría es compartida, se enriquece el espíritu colectivo. Todo esto se envuelve en sátira, crítica, humor e ironía que retroalimentan el sentimiento de libertad; rompiendo con la cotidianeidad y la monotonía.
En Canarias, actualmente las carnestolendas no coinciden con las fechas establecidas como tal, sino que traspasan con creces los tres días estipulados. Además concurre que en diferentes localidades isleñas se superponen su celebración: así cuando termina en un sitio empieza en el otro, con lo que se pueden extender durante dos meses y juntarse con la Semana Santa. Caricaturizando esto: a la vez que en un pueblo están saliendo las procesiones, en el del al lado están en pleno jolgorio carnavalero. No es real, pero casi.
Hay una frase popular que se repite de año en año, a modo de grito de guerra: "¿Me conoces mascarita?"; y esto, es que las calles están tomadas por el pueblo que ejerce su creatividad adquirida y modificada a través de las viejas tradiciones. Esta participación se entremezcla con un espectáculo que quiere exportarse como atracción turística, como es el caso de las Galas de la Reina o, más recientemente, las Galas de Drag Queen. Encuadradas ambas en el marketing y la incesante competitividad para destacar, sin reparar en gastos. Este es un aspecto, que se entremezcla con la realidad carnavalera de Canarias.
El culmen lo pone el fuego, con su sentido purificador y regenerador. El entierro de la Sardina es una parodia de la muerte, en que en un cortejo fúnebre se acompaña al "muerto". La sardina al final es devorada por el fuego, así es como Don Carnal vence a Dña. Cuaresma.

FOTO: Cristina López Díaz. Grupo de carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, año 1933 (Cristina López Díaz)

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